Ruralidad y resistencia en la construcción de territorio(s) de periferia. El caso de las comunidades locales de Tumaco, Colombia, en la postpandemia

Natalie Rodríguez Echeverry
David Burbano González

 

Resumen

El capítulo analiza cambios y transformaciones que han sufrido parte de las periferias urbanas y rurales del municipio de Tumaco en Colombia a partir de la pandemia.
Desde una perspectiva dirigida hacia el fortalecimiento de las economías locales y sus impactos territoriales, la investigación se centra en los estudios de caso de comunidades vulnerables que por sus propios medios han logrado enfrentar la crisis sanitaria de la pandemia mediante estrategias de organización autónoma, fundamentada en sus conocimientos y tradiciones locales a partir de mecanismos de autoorganización de actividades productivas locales directamente vinculadas al aprovechamiento de los recursos naturales que su entorno les ofrece. En ese sentido, organizaciones de pescadores, cooperativas de productores de cacao y asociaciones de recolectoras de concha demuestran entendimientos y construcciones del territorio como estrategias resilientes a crisis —en este caso sanitarias— propias de un contexto cultural y social que históricamente ha sido afectado por múltiples situaciones de conflictos no solo sanitarios sino también sociales, económicos.

Palabras clave:  Pacífico colombiano, resistencia, saberes ancestrales.

 

Abstract

This chapter analyzes changes and transformations that some of the urban and rural areas on the outskirts of the municipality of Tumaco, Colombia, have undergone as a result of the pandemic.
As a contribution to the strengthening of local economies and their territorial impacts, the research focuses on case studies of vulnerable communities that have dealt successfully with the health crisis, using their own resources by way of autonomous organization strategies grounded in their local knowledge and traditions, and applying mechanisms for organizing their own local productive activities that exploit the natural resources available in their region. In this sense, organizations of fishermen, cooperatives of cacao producers, and associations of shell gatherers deployed understanding and construction of their territory as a resilience strategy in the face of crises – in this case health crises. The strategy grew out of a cultural and social context that has historically been subjected to multiple situations of conflict, not only health–related but also social and economic.

Key words:  Colombian Pacific, resistance, ancestral knowledge.

 

Las comunidades locales del municipio de Tumaco en la costa nariñense del Pacífico colombiano históricamente se han caracterizado por elaborar estrategias de resistencia y resiliencia a diversas situaciones de conflicto y crisis. Si bien a escala nacional las crisis en torno a la salud tienen similitudes con las de otras latitudes en cuanto a la existencia[1] y presencia de enfermedades,[2] formas de manejo y maneras de respuesta,[3] su reflexión nos permite resaltar la emergencia de prácticas espaciales y territoriales, sociales y culturales particulares en el ámbito colombiano.

En este contexto, la línea histórica–cartográfica de las enfermedades en Colombia enfatiza zonas geográficas de concentración de enfermedades (conglomerados y centros urbanos), puntos de entrada y propagación (puertos, fronteras y ríos), así como diferenciaciones de áreas (urbanas y rurales, periféricas y centrales), donde las particularidades geográficas y ambientales de un país de cordilleras, selvas, mares y ríos particularizan respuestas y resiliencias físicas (arquitectónicas y urbanas), sociales (organizacionales y comunitarias) y culturales (saberes y conocimientos tradicionales). Sin embargo, no se pueden ignorar las particularidades históricas que se entrecruzan con la historia de la salud y las enfermedades señaladas por Sotomayor (1998), quien indica que está “determinada por los hechos sociales, políticos y económicos”, y que guarda relación con “transformaciones de los hábitats y las experiencias creativas que sufren los pueblos, y depende de las respuestas que los grupos humanos generan ante la realidad cotidiana de enfermar”, por lo que es preciso reflexionar en torno a fenómenos históricos como “la marginación política y económica, el racismo y la guerra” (p.73) así como el conflicto interno, que han sido decisivos en Colombia.

En la línea del escenario esbozado, y en el contexto de la reciente pandemia del covid–19,[4] la forma como las comunidades locales afrodescendientes que habitan territorios rurales de la zona sur del Pacífico han resistido y dado respuesta a la crisis se convierte en punto central del presente escrito. Así, a través de la reflexión de tres experiencias concretas de comunidades tumaqueñas de pescadores, cacaoteros(as) y concheras, se busca evidenciar los conocimientos tradicionales como ejes transversales que aportan y soportan respuestas ante la crisis de la pandemia. En este orden de ideas, la hipótesis que se plantea es que las comunidades locales entienden la pandemia como una crisis más a la cual han logrado responder mediante proyectos de mejora comunitaria y economías locales desde las posibilidades que sus territorios les ofrecen.

Bajo la anterior premisa, se muestra en el texto que, en territorios ubicados sobre las periferias rurales de Colombia, el contexto geográfico, natural y el propio aislamiento y distancia de los principales centros urbanos y de poder han condicionado las diferentes estrategias de respuesta que las comunidades generan; tácticas que se rastrean como antecedentes a la lectura de las crisis sanitarias presentes en la costa pacífica a lo largo de los últimos cien años. Y es que Tumaco, con una población negra, mulata y afrocolombiana[5] representada 80.14%, a lo que se suma tener 170,438 habitantes[6] en los centros rurales y dispersos; condiciones sociales y culturales únicas, así como condiciones de desconexión y aislamiento que particularizan las respuestas de autogestión, creación y reconocimiento local.

En este contexto, el territorio no ha sido ajeno a los embates de las enfermedades históricamente registradas, sobre todo las selváticas, y también fue afectado por la pandemia del covid–19;[7] se estima —según cifras del Instituto Nacional de Salud— que hubo 5,829 casos confirmados, 5,510 recuperados y 264 fallecidos, para una letalidad de 4.53% y 94.53% de recuperados en el municipio. Un territorio de periferia donde los saberes ancestrales y la resistencia se constituyen en conceptos transversales que se tejen para dar cuenta de las realidades de las comunidades de estudio, así como de las formas de resiliencia ante la postpandemia del covid–19.

El concepto de territorio se entiende como escenario complejo integral, físico y espacial, geográfico y ecológico, de interacciones económicas y sociales y multiescalares de fuertes interrelaciones y dependencia entre lo urbano y lo rural, espacio estratégico desde la sostenibilidad fuerte (Naredo, 1999). Desde la visión compleja del territorio y su sostenibilidad la meditación se centra no solamente en las actividades que en ella tienen lugar, sino también en aquellas otras de las que dependen, aunque opere en territorios alejados la constante relación centro–periferia (Margalef, 1996; Solow, 1998). Sobre este territorio, la periferia de lo urbano y la periferia de lo rural se convierten en espacio estratégico de intervención al ser el lugar de mayor vulnerabilidad a las crisis y el conflicto. Lugar estratégico de resistencia y resiliencia (Guhl, 2022).

En suma, el contexto físico y las formas de entender la pandemia por parte de las comunidades sirven como puntos de partida para dar cuenta del planteamiento y la base metodológica de la investigación, así como a la ruta de análisis de la resistencia desde los saberes locales. Posteriormente, se exponen los resultados de la indagación en las comunidades de concheras, pescadores y cacaoteras, para presentar finalmente como síntesis, en tono de respuesta, la resiliencia ante la crisis sanitaria en convivencia con otras crisis y realidades.

 

Metodología

Al entender la pandemia del covid–19 como una crisis sanitaria dentro del contexto rural colombiano, la relación entre una crisis de este tipo y el territorio se debe entender desde los diferentes planos de incidencia e impacto que históricamente han tenido los factores institucionales, económicos, sociales y culturales, y en la manera en como se han visto afectadas las comunidades. Para el caso particular del municipio de Tumaco, esta investigación realiza una aproximación para entender los efectos de la pandemia sobre su territorio desde la relación entre los permanentes conflictos, su particular contexto geográfico y natural y los niveles de incidencia que han tenido estos dos factores sobre la crisis sanitaria (véase la figura 2.2).

En ese sentido, las conformaciones espacio–territoriales que se estructuran a partir de cuatro ejes que históricamente han determinado los procesos de respuesta a las diferentes situaciones de crisis o conflictos que han vivido las poblaciones de este municipio, y, en general, de los territorios periféricos rurales de Colombia. En primera instancia el factor político institucional de gobierno en Colombia genera que las disposiciones gubernamentales y los poderes políticos sobre el territorio se establecen por un centro político sin la capacidad para controlar y ejecutar sus políticas públicas a lo largo de todo el territorio rural periférico aislado y fragmentado. En segundo término, el eje económico y social producto de la desarticulación entre centro y periferia marcado por las condiciones de pobreza y desigualdad social de la población, sumada a la discriminación de la población afrocolombiana, que han motivado la generación de estrategias de resistencia bajo el mecanismo de informalidad por parte de las comunidades. El tercer eje social y cultural se fundamenta en el grado de incidencia que los valores y las tradiciones ancestrales del lugar que permiten establecer mecanismos de resistencia a situaciones de crisis basados en creencias y tradiciones locales producto de procesos espontáneos propios de las periferias (González, 2014). Finalmente, el cuarto eje urbano territorial entendido desde la particular correlación entre lo urbano y lo rural —centro y periferia—, en donde las acciones locales rurales mantienen dependencias económicas y de servicios con los centros urbanos, basan sus estrategias de resistencia mediante principios de autoorganización colectiva desde bases rurales.

 

Procesos emergentes resilientes como base metodológica

Uno de los factores más destacados en los grados de incidencia que tuvo el covid–19 sobre los tumaqueños fue la capacidad de resiliencia mostrada por las comunidades estudiadas. Visto como un proceso emergente, los casos se enmarcan en un proceso de decisiones autónomas de una comunidad como respuesta a una crisis, y el inicio y desarrollo de un proceso de resistencia basado en decisiones locales comunitarias y el fortalecimiento de sus mecanismos propios de subsistencia económica, con incidencia e impacto sobre diferentes espacialidades y territorialidades.

La investigación se realiza mediante la sistematización de la información sobre proyectos o programas representativos de planificación del mejoramiento integral comunitario que permiten conocer diversos procesos emergentes resilientes ante conflictos. Los casos hacen referencia a procesos posteriores a situaciones que se generan desde diferentes niveles de “problemáticas”, cambios estructurales sociales y económicos. Todos ellos condicionados por circunstancias que, mediante la organización comunitaria, los procesos de economías locales y las cadenas productivas asociadas con la transformación de su entorno, permiten identificar principios comunes.

La determinación de estos principios aplicables a cada caso de estudio toma referencias metodológicas fundamentadas en procesos de desarrollo local, estrategias resilientes a problemáticas y procesos de organización comunitaria. La primera referencia metodológica es el reconocimiento de una situación emergente propia de una situación repentina o conflicto sobre la que se plantea un proceso que consta de cinco pasos: mitigación, preparación, respuesta, recuperación y adaptación (Turner & Singer, 2014). La segunda referencia reconoce el principio resiliente de la “participación y la asociación” propuesto por Biggs, Schlüter y Schoon (2015). La tercera referencia retoma el abordaje propuesto por “JSSA Kanto–Chubu” (Yasuhiro et al., 2012, p. 352), basado en la selección de principios asociados a la cultura natural y globalización, la localización y la regionalización identificadas mediante la relación en interdependencia entre lo urbano y lo rural (véase la figura 2.3).

El conjunto de estos referentes se organiza a partir de la identificación de una estructura común y comparable dentro de las cadenas productivas encontradas en cada caso estudiado y sus connotaciones espaciales y territoriales. En ese sentido, ante las diferentes variables identificadas en cada proceso, se reconoce como criterio común comparable una estructura que reconozca la particularidad de cada caso de estudio como un sistema emergente. Por esa razón se ordena la información mediante un diagrama que organiza un proceso emergente de “entrada” establecido bajo la pauta del reconocimiento de una problemática, crisis o conflicto, y el posterior inicio de un proceso de acción organizativa comunitaria, el desarrollo de la cadena productiva y, finalmente, una “salida” evidenciada sobre un lugar o espacio físico estratégico.

 

Resistencia y saberes locales: ruta de análisis

Por su parte, la ruta de análisis que se construye para la indagación de las resistencias y saberes locales en el marco de la crisis de la salud derivada del covid–19, en el caso de las tres comunidades de estudio, concheras, pescadores y cacaoteros, parte de reconocerlas desde la identificación de la territorialidad multiescalar y los procesos resilientes, así como de los saberes locales y las tradiciones ancestrales. Así, se reflexiona sobre el territorio y los procesos en el marco de las crisis y los conflictos que le subyacen y atraviesan en el tiempo y en el espacio, entendiéndolos como realidad(es) a la que han estado sometidos históricamente y sobre los cuales emergen formas de firmeza y resiliencia. En cuanto a los saberes y tradiciones locales, estos se piensan en el marco de sistemas de interacción de procesos económicos y medioambientales, de ecosistemas abiertos y sistemas culturales y patrimoniales, esto es, como entendimientos tradicionales que atraviesan algunas de las respuestas y estrategias resilientes de las comunidades (véase la figura 2.4).

Resultados

Conchando y resistiendo: entendimientos y construcciones locales–comunitarias

Desde la condición de pobreza, desigualdad y discriminación (eje económico y social) la experiencia de las concheras se enmarca como un proceso emergente y resiliente generado por una estrategia de organización comunitaria desde una correlación espacial entre centro y periferia.

Sobre las zonas costeras y manglares de la bahía de Tumaco las comunidades concheras realizan actividades de recolección de la piangua, manteniendo sus prácticas ancestrales. Las experiencias en su oficio permiten desarrollar esta actividad económica como medio de subsistencia y resistencia ante las diferentes situaciones de crisis o conflicto. En el caso de la actual crisis de la salud, que pervive con situaciones de violencia y orden público, entre otras, se resalta cómo en lo referente a la interacción de procesos económicos y el medio ambiente, las comunidades concheras construyen adaptaciones económicas y sociales, innovan formas asociativas y promueven nuevos ciclos de producción natural de especies que repercuten en la recuperación del manglar y las formas de vida animal, considerándose que en esas circunstancias el “territorio se oxigena y respira” dada la disminución de la acción antrópica.

Ahora, en lo concerniente a los ecosistemas abiertos, ante la crisis se reinventan formas de intercambio y producción de elementos derivados, se generan flujos estructurantes en y desde el territorio vinculados al entorno y los principales centros poblados (Tumaco, Ecuador) desde un ámbito de regionalización, y se genera interacción de actividades económicas de las comunidades con el medio ambiente (recursos, plantas medicinales, nuevos productos a partir del entorno). En cuanto al sistema patrimonial, se resalta cómo ante la crisis de la pandemia las comunidades identifican un fortalecimiento de prácticas ancestrales toda vez que se potencializan en los encuentros y se reinventan y adaptan a las nuevas necesidades, involucrando nuevas soluciones asociadas a remedios preventivos y curativos frente a la enfermedad y sus dinámicas. En síntesis, desde la comunidad se expresa que ante esta nueva crisis se potencializa lo aprendido, construido y transmitido por los sabedores, convirtiéndose en una oportunidad de reinvención y fortalecimiento de lo local (véase la figura 2.5).

 

Pescando y resistiendo: entendimientos y reconfiguraciones ambientales

Desde la correlación entre un eje socio–cultural y la territorialidad entre lo urbano y lo rural, la práctica histórica de la pesca artesanal de atarraya y espinel en la zona costera de Tumaco no ha sido ajena a los embates del covid–19. Si bien las faenas a mar abierto se restringen por el confinamiento derivado de la pandemia, la interacción de procesos económicos y medioambientales registran formas de adaptación en las economías y dinámicas sociales toda vez que los grupos humanos que la practican reducen su número y periodicidad; así emergen formas de autoabastecimiento individual y comunitario e innovaciones asociativas propias de procesos emergentes resilientes.

Igualmente, se detectan prácticas de reinvención vinculadas a la inspección de nuevos lugares y ritmos de trabajo que derivan en territorializaciones, y a la emergencia de nuevos ciclos de producción natural de especies y formas marinas; oxigenación del medio natural que se entrecruzan con las detectadas por las comunidades concheras y que evidencia la detección de formas locales de recuperación del medio natural. En este orden de ideas, y en lo que respecta a los ecosistemas abiertos, la pesca artesanal evidencia cambios en las cadenas productivas dado el aumento asociado a la recuperación de especies, vinculados a la reinvención y el intercambio de medios, toda vez que se abre espacio a la formación de otras organizaciones locales y, con estas, a la emergencia de formas locales que ponen en tensión las existentes y dan espacio a la reinvención de localidades y la exploración de nuevos mercados. En suma, se reafirma la actividad pesquera artesanal en tono de actividad económica resiliente, asistiéndose a su vez a la valoración de la práctica y del saber asociado a la acción económica (véase la figura 2.6).

 

Saberes y tradiciones en torno al cultivo y procesamiento del cacao

Desde esquemas de asociaciones comunitarias el desarrollo de economías locales en torno al cultivo y procesamiento del cacao en las zonas rurales de Tumaco ha permitido consolidar las experiencias que de generación en generación se han transmitido en el entorno familiar de la población campesina cultivadora, enmarcándose en un eje socio–cultural.

Bajo un contexto histórico condicionado por los conflictos propios del narcotráfico y el auge de cultivos ilícitos, los tradicionales cultivadores de cacao se han organizado en diversas asociaciones con la intención de fomentar y desarrollar tanto el cultivo como la mejora de las prácticas de procesado y comercialización como estrategia emergente de restitución que permita ofrecer diferentes alternativas económicas. En ese sentido, el camino avanzado en estos procesos permitió desde el año 2020 fortalecer estas alternativas económicas locales ante la llegada de las restricciones de movilidad por la pandemia, que, finalmente, llevó a un reconocimiento de los procesos tradicionales. También es necesario señalar, en relación con la interacción de las economías locales y el medio ambiente, lo que atañe al descanso y oxigenación de la tierra anteriormente indicado, y que desde la práctica cacaotera particulariza el retorno de especies naturales dadas por desaparecidas o en proceso de extinción.

En cuanto a los ecosistemas abiertos, se acentúa la valoración de buenas prácticas de limpieza, higiene, tratamiento de residuos y generación de nuevas formas espaciales; la innovación y generación de territorios y reconfiguraciones rurales, verificación de procesos al interior de las cadenas productivas y la suma de experiencias de valoración y calidad de productos. Por su parte, en lo que respecta al sistema patrimonial–cultural, y en concordancia con los otros casos de estudio, la entereza ante el olvido de tradiciones ancestrales y los entendimientos locales se convierten en elemento de resistencia que aporta elementos de resiliencia desde lo local (véase la figura 2.7).

 

Conclusiones

Las formas y estrategias resilientes analizadas se pueden agrupar desde la interacción de procesos económicos y el medio ambiente entendida como procesos ecosistémicos abiertos fundamentados en el valor que adquieren los sistemas culturales patrimoniales como principal estrategia (véase la figura 2.8).

Asimismo, desde el análisis de los principales cambios y transformaciones que se han sufrido en el municipio de Tumaco a partir de la pandemia, los casos estudiados se ubican desde las conformaciones espacio–territoriales que se estructuran a partir de los cuatro ejes que históricamente han determinado los procesos de respuesta de las poblaciones vulnerables ante las diferentes situaciones de crisis o conflictos que han vivido determinados, principalmente, bajo la interacción de los procesos económicos y el medio ambiente y que, además, dan cuenta de que, de manera espontánea, las comunidades logran adaptarse a las nuevas realidades mediante la generación de nuevas formas asociativas que permiten aprovechar los recursos que su entorno natural les ofrece.

En particular, se evidencia que en las zonas de pesca y los manglares la baja actividad humana permite a los ecosistemas ofrecer nuevos ciclos de producción y recuperación de formas de vida animal y de las estructuras vegetales; nuevas interacciones que permiten fortalecer las cadenas productivas locales, así como los procesos de sustitución de cultivos ilícitos por actividades propias del territorio.

Como parte de los procesos de recuperación, las experiencias identificadas fortalecen las prácticas ancestrales y la reinvención y adaptación de saberes relacionados con el uso de recursos del entorno natural para responder a nuevas necesidades. Asimismo, se evidencian acciones de valoración de prácticas de saberes asociados a las actividades económicas, lo que fortalece los procesos de resistencia ante el olvido de las tradiciones ancestrales y los entendimientos locales.

Ahora, para los territorios y las comunidades locales esta ha sido una crisis más que permite evidenciar los procesos de resistencia local como mecanismos fundamentales y estratégicos con arraigo histórico en las comunidades rurales de Tumaco. Las comunidades han resistido activa y permanentemente a las crisis mediante estrategias locales, dada la permanente situación de crisis que ha vivido el territorio durante los últimos años.

En el caso particular de esta crisis sanitaria, los médicos, curanderos y sabedores han estado activos de manera regular a esta y a otras crisis, lo que les ha permitido diagnosticar diversas enfermedades y dar respuesta desde su propia experiencia y conocimiento obtenidos.

Finalmente, desde una visión territorial, las mayores diferencias existen entre lo urbano y lo rural al encontrarse mayores índices de casos y propagación de las enfermedades. Si bien el área urbana del municipio cuenta con mayores recursos económicos para el control de la enfermedad, en el ámbito rural los principales recursos de control de esta se basan en conocimientos y tradiciones ancestrales, como, por ejemplo, el uso de plantas medicinales o mecanismos de resistencia y aislamiento espontáneos propios de un entorno rural mejor ventilado.

 

Referencias

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[1].     Una radiografía de la historia de la salud en Colombia muestra la presencia de enfermedades desde épocas tempranas (prehispánica) como sífilis, carate, toxoplasmosis, tuberculosis, mal de Chagas, leishmaniasis y mucocutánea, otras en la colonia como gripe, viruela, fiebres tercianas y cuartanas, paludismo, necator americanus, lepra, gripe, viruela y sarampión (Sotomayor; 1998), malaria y fiebre amarilla (Álvarez & Botero; 2021), y también en el tiempo, como tifo, escorbuto, sarampión (Sotomayor; 1998), vómito negro (Hernández–Galvis et al., 2018), cólera (Serpa, 1992) y viruela (Gutiérrez, 2007), entre otras.

[2].    Tanto en Colombia como en otros lugares del mundo se destaca la presencia de enfermedades como la gripe española en 1918 (Rausch, 2021), la fiebre amarilla a mediados del siglo XVII (Hernández–Galvis et al., 2018), la “supuesta” presencia de la peste para la primera década del siglo XX (Valderrama, 2001) y la viruela registrada desde tempranas épocas como la de la Nueva Granada (Gutiérrez, 2007), entre otras.

[3].    Se resaltan aquellas relacionadas con las ciudades como la promulgación de las Leyes de Indias, donde se estipulaba la creación de hospitales para pobres y enfermos y las casas de huérfanos (Muriel, 2017), así como medidas sanitarias en torno a la ubicación de colegios, universidades, hospitales, creación de ambulancias médicas y juntas de vecinos, barrios y zonificaciones, paseos, entre otros.

[4].    Según la Organización Mundial de la Salud, el covid–19 corresponde al acrónimo “coronavirus disease”.

[5].    Terridata DNP. En Proyecto de Acuerdo Municipal Plan de Desarrollo Municipal 2020–2023.

[6].    Censo DANE 2018. En Proyecto de Acuerdo Municipal Plan de Desarrollo Municipal 2020–2023.

[7].    A escala nacional, para agosto de 2022 se confirman 6’265,798 casos, 19,163 casos activos y 6’079,628 recuperados.