Plataformas, logísticas y redefiniciones de la ruralidad. Reflexiones a partir de los territorios rurales del norte de Apulia y del sur de Milán

Antonio di Campli
Camilla Rondot
Antonio José Salvador

 

Resumen

La continua sucesión de crisis ecológicas, económicas y recientemente sanitarias que se manifiestan desde 2008 ha desencadenado profundos y complejos procesos de redefinición de los espacios y de las sociedades rurales occidentales, caracterizados por nuevos fenómenos de fragmentación social, conflictos, separación y nuevas interacciones entre grupos sociales, ecologías y formas de producción espacial.
Estas crisis, al menos en Occidente, han desencadenado el fortalecimiento del sentido y el valor de las denominadas plataformas digitales y físicas para la gestión de servicios y bienes, un aumento importante del valor de la logística en los procesos de gestión y producción, y una recomposición general del significado y valor de “proximidad” incorporada a procesos de “desglobalización”.
El análisis de estos fenómenos está al centro de numerosas investigaciones sociales y espaciales, pero prevalece la mirada urbana. Confirma que el espacio rural es el principal lugar subordinado de Occidente y donde los principales procesos de transformación se dan de forma más violenta. La combinación de la lógica de plataformas y de movimientos logísticos se traduce en la configuración de espacios y producciones “escalables” que fortalecen procesos de extractivismo, intensificación y estandarización de la producción, y desencadenan fenómenos migratorios.
A través de dos casos de estudio, la gran producción hortícola del norte de Apulia y el vasto sistema de áreas agrícolas y de ocio al sur de Milán, identificamos herramientas que proponen una narrativa rural alterna a aquella del mainstream y elementos de diseño para la redefinición del carácter y las estrategias del proyecto rural en contextos occidentales.

Palabras clave: rural, coexistencia, plataformas.

 

Abstract

The ongoing succession of ecological, economic and now health crises that have occurred since 2008 have triggered profound and complex processes of redefinition of rural spaces and societies in the Western world, characterized by new phenomena of social fragmentation, conflicts, separation and new interactions among social groups, ecologies and forms of spatial production.
These crises, at least in the West, have reinforced the meaning and value of digital and physical platforms for managing goods and services, a significant increase in the value of logistics in management and production processes, and an overall reframing of the meaning and value of “proximity” incorporated into “deglobalization” processes.
There is no shortage of social and spatial research that has analyzed these phenomena, but the urban gaze has predominated. This confirms that rural space is the primary subordinated place in the West, the area where major transformation processes play out with the greatest violence. The combination of the logic of logistical platforms and movements translates into the configuration of  “scalable” spaces and production, which reinforces processes of extractivism, intensifies and standardizes production, and sparks migratory phenomena.
Two case studies – the large horticultural production in northern Apulia and the vast agricultural and recreational area to the south of Milan – allow us to identify tools that propose a rural narrative that diverges from the mainstream’s, along with design elements for redefining the character and strategies of the rural project in Western contexts.

Key words: rural, co–existence, platforms.

 

Las reflexiones propuestas aquí son el resultado de un trabajo de investigación realizado a partir de 2021 en dos contextos rurales italianos, que inicialmente fueron investigados de forma independiente.

El primer caso de estudio es aquel de la gran producción hortícola del norte de Apulia, mientras que el segundo caso corresponde al vasto sistema de áreas agrícolas del sur de Milán que durante mucho tiempo ha sido objeto de ambiciosas políticas de resignificación ambiental, espacial y económica, que tienen como objetivo redefinir esos lugares como una gran infraestructura ecológica, productiva y de ocio a escala regional.

La hipótesis que se sostiene es que, desde 2008, la continua sucesión de crisis ecológicas, económicas y recientemente sanitarias ha desencadenado profundos y a la vez complejos procesos de redefinición de los espacios y de las sociedades rurales occidentales, caracterizados por nuevos fenómenos de fragmentación social, conflictos, separación y nuevas interacciones entre grupos sociales, ecologías y formas de producción espacial. En palabras del antropólogo italiano Ernesto de Martino (1961), estos procesos definen una nueva “presenza rurale” (presencia rural).

Estas reflexiones, por lo tanto, tienen un doble objetivo. Por un lado, tratamos de identificar algunas herramientas a través de las cuales descifrar esta nueva “presencia” que, a menudo, se presenta como invisible, marcada por una condición evanescente tanto en un plano analítico como en el de la narrativa rural convencional o mainstream.

Por otro lado, tratamos de identificar algunos elementos de diseño considerados útiles para la redefinición del carácter y las estrategias del proyecto rural en contextos occidentales. Nuestras reflexiones están enfocadas, en particular, en torno a la noción de “opacidad” y a las innovaciones proyectuales que esta noción puede expresar. Opacidad es un concepto desarrollado por el escritor martiniqués Édouard Glissant (1990) en sus escritos sobre las formas de relación social.[1] El concepto de opacidad, en cuanto antónimo de transparencia, cuestiona las posibilidades de comunicación intercultural. En un mundo multirrelacional, reconocer la diferencia no significa comprender la alteridad haciéndola transparente, sino aceptar la ininteligibilidad y la impenetrabilidad que suelen caracterizar a la comunicación intercultural.

En términos generales, las últimas crisis económicas, ecológicas y sanitarias han desencadenado, al menos en Occidente, el fortalecimiento del sentido y el valor de las denominadas plataformas digitales y físicas para la gestión de servicios y bienes, un aumento importante del valor de la logística en los procesos de gestión y producción de bienes, y una recomposición general del significado y el valor de la noción de “proximidad” incorporada con lo que algunos autores definen como proceso de desglobalización.

El análisis de estos fenómenos está al centro de numerosas investigaciones sociales, espaciales y urbanas. Mayormente, la mirada utilizada es la urbana, por lo que los contextos investigados son preponderantemente aquellos metropolitanos o territorios abandonados de montaña, sujetos a despoblación, para los que se anticipa una amplia variedad de escenarios de recolonización. Poco o casi nada se produce sobre lo rural, lo que confirma su condición de principal “objeto” subordinado en las políticas y en las dinámicas occidentales de producción del espacio.

 

Logística rural

La logística y sus políticas pueden representar una lente útil para los propósitos de una investigación sobre lo rural, intentando importar, desde el contexto de los estudios urbanos, las herramientas y narrativas del paradigma de la logística.

Para sustentar la relevancia y fertilidad de esta unión puede ser útil recordar la hipótesis apoyada por Giovanni Arrighi en su publicación Il lungo XX secolo. En este texto Arrighi sostiene que todo ciclo hegemónico de acumulación en la modernidad se ha desarrollado a través de una progresión repetitiva: una fase inicial caracterizada por la economía mercantil; una fase de auge vinculada a la aparición de un nuevo sistema de producción capaz de imponerse al resto; una fase crepuscular conectada a la crisis de este modelo productivo en el que el sistema debe desplazar consecuentemente su centro de gravedad hacia la logística y las finanzas para hacer frente a esta crisis productiva.

La logística no es circulación y distribución en el sentido de simple movimiento de las cosas. Lo que la revolución de la logística ha producido, después de la Segunda Guerra Mundial, es una verdadera “ciencia de la circulación” dentro de la cual se colocan los mismos procesos de producción. Esto significa que los movimientos de materias primas, después y dentro de los procesos de producción, se consideran hoy parte central del sistema de producción. En este proceso de control y optimización la producción se desagrega en módulos, en componentes individuales del movimiento físico, que pueden redistribuirse para maximizar su valor. Lo que busca la logística contemporánea, como lo demuestra Deborah Cowen, es “agregar valor a través de los sistemas de circulación” (Cowen, 2014, p. 24).

Además, el vínculo entre el desarrollo logístico y los procesos de digitalización da impulso a la aparición de las llamadas “gig” y “sharing economies”, regidas por apps, y transformando espacios y “estilos de vida”. Todo esto define nuevas formas de organización del trabajo, difuminando la distinción entre vida privada y trabajo, y poniendo en tensión el confín entre producción, circulación y consumo.

La relación entre la producción espacial rural y la logística se expresa en dos dimensiones principales.

Modularidad en los procesos de producción y reconfiguración de los bienes espaciales. Lo que estamos presenciando es un fortalecimiento de los procesos de producción y tratamiento de volumen de productos “modulares”. Un ejemplo es la difusión de olivares superintensivos y el uso de métodos de recolección, transporte y procesamiento vinculados a los contenedores de tipo bins. La instrumentación de métodos de cosecha modulares repercute en los procesos de manejo del suelo, en el tiempo y en las modalidades generales de producción de una cierta categoría de productos, que van desde verduras hasta frutas.

Zonificación, migración y guetización de la reproducción social. En las zonas rurales la zonificación es una de las formas clave para gestionar la logística del territorio. La afirmación de esta lógica de redefinición espacial está ligada en gran medida tanto a las políticas rurales que buscan la optimización de los procesos productivos a través de la reducción de la complejidad ecológica de sus suelos, como a una profunda reestructuración del sector agroalimentario dentro de cadenas globales vinculadas en particular a la distribución a gran escala y de bajo coste. Estos procesos apoyan la sectorización de las zonas rurales en áreas de producción especializadas y monofuncionales.

Al mismo tiempo, la logística rural está conectada a procesos de racialización y, de forma más general, de segregación entre quienes conforman cada uno de los nodos de las cadenas globales de valor (Bonacich & Wilson, 2008). Tanto en los distritos agroindustriales italianos como en los territorios rurales postproductivos y redefinidos como espacios de ocio los asentamientos que sirven como reservorio laboral están marcados por una lógica de segregación (aunque también de solidaridad) de matriz racial, y a veces basadas en la nacionalidad, la “etnia” o el lenguaje. Estos son lugares de “contención”, en algunos casos fabricados con contenedores reales, que indica cuánto el raciocinio de logística ha penetrado materialmente. La zonificación se manifiesta allí a través de procesos de reglamentación espacial que redefinen los espacios rurales como conglomerados, como conjuntos de ecologías de asentamientos yuxtapuestos y cuyos regímenes de confín son cada vez más “logísticos”.

 

Dominación de plataformas y redefiniciones de las interacciones rurales–urbanas

El término “plataforma” generalmente indica un espacio digital de agregación entre la oferta y la demanda basado en el intercambio de bienes o servicios y la circularidad del intercambio (Evans & Schmalensee, 2016). Es, en realidad, un modelo de intercambio que está transformando radicalmente la organización del proceso productivo y las formas de consumo y la lógica del trabajo.

Las plataformas, de hecho, parecen plantearse como el nexo entre una organización reticular del trabajo, dividida en una pluralidad de espacios y tiempos coordinados entre sí, y las tecnologías digitales de la información y la comunicación. Estamos hablando de un modelo organizacional que es el fruto de dos “revoluciones”, la de la logística (Allen, 1997) y la del retail que han redefinido tanto la producción (descomponiéndola en fases espacialmente diferentes) como el consumo, multiplicando, o más bien desenfocando, al mismo tiempo las formas del trabajo (Mezzadra y Neilson, 2013).

La dimensión urbana se configura como una espacialidad dentro la cual parecen darse la mayoría de las formas de realce de algunos procesos reproductivos. Dentro de estos procesos, surge una estrecha relación entre las plataformas y la dimensión urbana (Artioli, 2018). Este “enraizamiento” metropolitano de plataformas se puede atribuir, a su vez, a dos factores diferentes. Por un lado, la ciudad se valora cada vez más como un espacio reproductivo en el que las actividades relacionadas con el consumo, la producción a pequeña escala y el cuidado son centrales. Por otro lado, parece surgir un nuevo tipo de sujeto productivo, un nuevo empresario urbano resultante de la hibridación de las subjetividades neoliberales del empresario de sí mismo y del propietario individual que valora algunos bienes relacionados con su condición de habitante de la ciudad (la casa, su medio de transporte, etc.), su tiempo libre o sus habilidades blandas o soft skills. Amazon, Glovo, Deliveroo, Uber, Airbnb, JustEat, Vinted o Shein son, en efecto, “ecologías” relacionales, hiperobjetos (Morton) que permitirían una superación de las relaciones de poder de tipo capitalista (dueños del dinero vs. dueños de la fuerza laboral) y por lo tanto de los conflictos entre el capital y el trabajo a favor del advenimiento de una “sociedad del compartir”.

Locuciones como el capitalismo de plataformas y la economía colaborativa se refieren a la arquitectura productiva y relacional, a las prácticas de trabajo digital que desencadenan lo que algunos autores llaman “platform urbanism” (Barns, 2020; Mortenbock, 2021), es decir, un principio de producción socioespacial dominado por una racionalidad de logística en el que el valor de los tiempos de vida y las actividades de reproducción se unen con el desarrollo de redes e infraestructuras digitales.

El urbanismo de plataformas habla de espacios urbanos geográficamente localizados, físicamente separados, no traducibles, que se entrelazan con flujos de bienes, alimentos, provenientes de contextos intercambiables y “plataformas de ocio” correspondientes a espacios rurales postproductivos.

El platform urbanism es un dispositivo que al mismo tiempo deconstruye y reestructura las antiguas áreas urbanas del siglo XX. Pero, obviamente, también los espacios rurales.

La fiabilidad del producto que ofrece la plataforma en el campo de la producción de alimentos, por ejemplo, radica en su replicabilidad, escalabilidad, regularidad y estandarización.[2] Y, en el medio rural, la combinación de la lógica de plataformas y los movimientos logísticos se traduce en la configuración de espacios y producciones “escalables” (Tsing, 2012). Esto significa fortalecer los procesos de extractivismo rural, expandir los espacios tipo plantación y desencadenar fenómenos migratorios. Si en el entorno urbano la producción de plataformas significa que el trabajo está cada vez más tercerizado y fragmentado en formas moleculares de autoemprendimiento y microempresa, en el campo estos procesos van acompañados con una ratificación de la fuerza de la macroempresa extractiva marcada por formas de “escalabilidad” y la capacidad de producir bienes lo más estandarizados posible, al menor precio posible. Las plataformas acumulan capital indiferente a las condiciones socioespaciales en las que se producen los bienes, persiguiendo el lucro a través de la reducción de los costos de los bienes que serán transformados. En este sentido, en las actuales cadenas de suministro campo–ciudad se produce un tipo de acumulación capitalista que Anna Tsing (2015) califica de salvage accumulation, es decir, de “acumulación de recuperación”. Es un verdadero “saqueo” que permite poner en el mercado los bienes derivados de un trabajo remunerado al límite de la supervivencia.

 

Casos de estudio

Producción y extracción en el Tavoliere delle Puglie

El sur de Italia es un territorio a menudo subestimado en las discusiones relacionadas con la producción de espacios en conflicto, en colisión, “opacos”, generados por aquellas maniobras que caracterizan al capitalismo contemporáneo. La llanura de Foggia, sobre la que se encuentran varias situaciones similares a la de Borgo Mezzanone, Borgo Tre Titoli y Carpino, que son tres casos de estudio específicos que se analizarán más adelante, son solamente algunos de los ejemplos radicales de las repercusiones espaciales que la máquina logística de producción es capaz de generar (Cuppini, Peano, 2019). Plataformas, infraestructuras tangibles e intangibles, corredores y umbrales se establecen como espacios producidos por la colisión entre producción y explotación.

En los límites rurales del área de Foggia se vuelve evidente, en el espacio y los cuerpos, el vínculo cada vez más estricto entre los fenómenos migratorios, la producción extractiva y la dinámica de explotación (Mezzarda, 2019, p. 30).

La logística y la producción rural en este sentido se enfrentan dentro de algunas de las principales dimensiones que se manifiestan en el territorio investigado y que tienen que ver con un robustecimiento de la modularidad en los procesos de producción y reconfiguración de las estructuras espaciales, por un lado, y con procesos de zonificación, migración y guetización de la reproducción social, por el otro (De Campli, 2022).

El caso de la Capitanata de Apulia afirma con materiales y objetivos específicos una ruralidad de plataforma estandarizada, capaz de extenderse, hecha de espacios y materiales estándar, replicables. Lo que caracteriza a este modelo es su escalabilidad. Esto significa fortalecer los procesos de extractivismo rural, difundir el espacio tipo plantación, desencadenar fenómenos migratorios. El tomate que se vende en la cesta del supermercado debe verse siempre igual.

En términos de Cappuccini y Peano, es a través del lente de la investigación de la logística como es posible indagar acerca de las operaciones de ese capitalismo contemporáneo que se mencionaba y los conflictos que de él se derivan (2019).

Las relaciones de poder que se establecen entre los distintos actores de la cadena de suministro agroalimentario son una de las cuestiones sobre las cuales resulta útil razonar. La asimetría que surge entre la capacidad de negociación en la fase que más interesa a las fincas agrícolas y aquella de los actores que gestionan la distribución ha sido identificada como uno de los principales factores que pone en desventaja a las fincas frente al resto de sujetos de la cadena de valor (Saccomandi, 1998).

En la provincia de Foggia, entre campos de trigo e invernaderos al aire libre de gran dimensión, todavía se cosecha la gran mayoría de los alimentos hortofrutícolas almacenados en las cajas de las cadenas de distribución a gran escala en todo el territorio italiano.

Poner en juego la categoría de producción rural y plataformas permite resaltar dinámicas económicas complejas que explican mecanismos de producción, productos, valores y poder, que implican, en este caso, un significado político del término que se manifiesta en las relaciones entre la producción y el poder.

La red de producción a la que se hace referencia es muy reconocible en el territorio que rodea a Foggia dentro de una variedad de formas que también involucran el espacio en su carácter material: la naturaleza extractiva de los métodos de producción, sumado al aumento de los flujos de refugiados y desplazados dispuestos a trabajar en el campo en situaciones de extrema desdicha, tiene la consecuencia directa de redefinir el territorio rural como algo fluido, inestable y precario, rearticulando algunos de sus caracteres espaciales y sociales. La crisis radical que estos espacios viven desde hace varios años rompe con la imagen tradicional del campo. Lugares como Carpino, Borgo Mezzanone, Borgo Tre Titoli, entre otros más, se han transformado en escenarios complejos que acogen y explotan nuevas poblaciones, principalmente africanas, involucradas en la gran máquina de producción agrícola de Apulia.

Los cuerpos, negros, que transitan todo el año entre los caminos de la campiña de la provincia de Foggia, no encuentran aún espacio en el relato tradicional de este paisaje rural.

 

Borgo Mezzanone, Carpino, Borgo Tre Titoli

Mirar a territorios como los que se analizan, teniendo en cuenta el plan de producción y logística, nos permite manejar una brecha en relación con las interpretaciones tradicionales, permitiéndonos observar y explicar las formas en que lo rural construye una verdadera máquina de producción.

La investigación realizada en una escala más amplia del territorio del Tavoliere y a menor escala sobre los tres casos de estudio trata de relacionar los tipos de productos que se cultivan y su distribución espacial, la difusión de los dispositivos que apoyan este tipo de economía, los métodos de explotación de la tierra y la extracción de valores con el surgimiento de un sistema cada vez más estructurado que sustenta a trabajadores irregulares. Esta infraestructura se desenvuelve de manera diferente: en Borgo Mezzanone como un asentamiento informal capaz de acomodar hasta dos mil trabajadores cada año; en Carpino dentro de la dinámica de ocupación de edificios abandonados dentro de un pueblo histórico, y en Borgo Tre Titoli como una especie de gueto aislado rodeado de campos cultivados.

 

Borgo Mezzanone

El territorio de Borgo Mezzanone está compuesto por la superposición de rutas regulares que se remontan a los periodos de la reivindicación fascista de los años treinta, del poblado histórico y de uno de los asentamientos informales más grandes de Apulia, ubicado en la llanura de Foggia y que durante todo el año acoge a trabajadores inmigrantes irregulares.

Desarrollado sobre el trazado de una antigua pista de aterrizaje del aeropuerto de la OTAN, detrás del CARA, el asentamiento de Borgo Mezzanone alberga cada verano a unas 1,500 personas. Su estructura espacial está definida por dos ejes paralelos de unos tres kilómetros de longitud y por un estrado asfaltado. Las barracas construidas con materiales de desecho se alternan entre antiguos contenedores y casas verdaderas construidas en ladrillo y hormigón.

 

Borgo Tre Titoli

El gueto de Borgo Tre Titoli, también llamado Ghana House, existe desde al menos diez años en la aldea ubicada entre Cerignola y Stornara, un antiguo pueblo de la reforma agrícola. Desde 2015, con la llegada constante de refugiados de Libia, el sitio continúa creciendo y alberga a varias comunidades ya de manera estable. Actualmente, los migrantes ghaneses viven en Borgo Tre Titoli y trabajan en los campos, especialmente en aquellos dedicados a la producción de tomate, alrededor de Cerignola. Es una condición diferente, aunque en algunos aspectos similar a la de Borgo Mezzanone. En este caso no existe ningún objetivo de construir una ciudad verdadera tanto como ocupar y organizar a algunas familias sedentarias que se han apropiado de este lugar, y de trabajadores inmigrantes que, durante el verano, utilizan el gueto como espacio de refugio.

 

Carpino

El histórico pueblo de Carpino es el destino estacional de los trabajadores irregulares que, al perseguir la estacionalidad de la cosecha de los productos, se trasladan allí durante el periodo de la cosecha de aceitunas. En este caso de estudio específico, de manera diferente, la forma por la cual los fenómenos de producción intensiva presentes en estos territorios se manifiestan en el espacio. En Carpino varias casas abandonadas, anteriormente ocupadas ilegalmente sin ningún respeto por las normas mínimas de higiene, han sido adecuadas normativamente y luego alquiladas a trabajadores estacionales a través de un proceso participativo que también incluyó la participación de los residentes del pueblo.

 

Diseñar en territorios rurales

Borgo Mezzanone, Carpino y Borgo Tre Titoli son espacios umbrales marcados por conflictos y alianzas. Son lugares de llegadas y salidas, de intrusiones hostiles. Aquí es más evidente tanto la vulnerabilidad de los migrantes como de los otros grupos sociales que interactúan en esta porción de la campiña de Foggia.

Son lugares para aprender y reflexionar sobre las dificultades de la convivencia en el espacio rural. Observarlos y estudiarlos nos permite pensar en torno a un proyecto que acoja la relación, el contacto. A veces estas relaciones son armoniosas, aunque a menudo se caracterizan por la discordia y la violencia (Di Campli, 2022; Rondot, 2022).

Entrar en contacto con espacios de la diferencia, de la alteridad, de la urgencia, de la vulnerabilidad, nos invita a reflexionar sobre nuestras disciplinas y sobre la posibilidad de que aún sean capaces de renovarse ante casos como estos. Se trata de situaciones que invitan a una redefinición del papel del proyecto concebido como un conjunto de prácticas dirigidas a configurar espacios en los que puedan convivir muchos “mundos”, negociando entre sí. Esto no significa diseñar tendiendo a configuraciones totalmente indeterminadas e imprecisas, sino a paisajes, a bienes espaciales que no sean unívocos, no transparentes, vinculados a múltiples narrativas y, por lo tanto, no opresivos. La opacidad como categoría de diseño propone una reflexión sobre las ecologías de la convivencia, como un proyecto de la relación entre diferencias, conflictos, alianzas, relaciones y poniendo en discusión la forma de representación y cartografía tradicional, así como herramientas y categorías de diseño específicas. La noción de opacidad, que afirma Glissant, trata en superar el riesgo de reducir, normalizar e incluso asimilar las singularidades de las diferencias culturales, haciéndolas transparentes o legibles de manera forzada.

 

Parque Agrario Sur de Milán como plataforma de producción y ocio

El Parco Agricolo Sud Milano fue instaurado en 1990 como un parque agrario, legalmente demarcado como un parque regional para la protección y conservación del medio ambiente pero cuya actividad principal es agrícola. Aspecto conflictivo que resalta su enfoque paisajístico y ambiental sobre el tejido económico agrícola (Vescovi, 2012), y que a través de entrevistas a agricultores añaden que el parque cuenta con un modelo de gobernanza desequilibrado y asimétrico entre Milán y los otros 60 municipios que lo conforman.

Sus 47,000 hectáreas empiezan a menos de tres kilómetros del centro de Milán y la delimitación de esta vasta área, la proximidad a la ciudad y las restricciones de edificabilidad y cambio de uso de suelo han generado consecuencias espaciales significativas. En lo interno, tanto una rotura como un proceso de aceleración de la transición urbano–rural. Una franja periurbana atípica, autozonificada y con altas cualidades espaciales rurales. Mientras que, afuera del perímetro, la actividad agrícola se está transformando en grandes plataformas de logística (Invernizzi, 2022). Al norte de Milán, el lado opuesto del parque, se ha generado un proceso de urbanización e industrialización violento, intenso y contaminante.

Esta investigación, a través de entrevistas, análisis cartográfico, datos y revisión de bibliografía, narra procesos socioespaciales desde un punto de vista de la “producción social del territorio” (Schwarz & Streule, 2016), nuevas formas en las que se produce y consume la ruralidad en una era postproductiva, que proponemos como “espacios de contacto”, como “dispositivos que regulan la fricción entre las diferentes formas de vida y de producción espacial que permiten la coexistencia entre diferencias” (Di Campli y Gabianelli, 2022).

 

Redes de resistencia

Entre las prácticas y las iniciativas que han surgido dentro del parque están aquellas lideradas por actores no institucionales para adaptar y reorientar su producción a las necesidades emergentes y cambiantes del mercado, a las distintas crisis y al desafío de producir cerca de una gran ciudad. Por ejemplo, los distritos agrícolas rurales —distretti agricoli rural—,[3] son acuerdos entre pequeños productores como forma de cooperación que busca reducir colectivamente costos y subsistir con formas de producción alternativas, menos intensas (Calori & Magarini, 2015; Magnaghi, 2020). Los grupos de compra solidaria —gruppi di acquisto solidale, GAS— son agrupaciones que varían desde individuos hasta familias, o incluso grupos de pequeños consumidores (Coros, 2012; Vescovi, 2012; Magnaghi, 2020) con el objetivo de acortar las cadenas de suministro y a su vez garantizar ingresos para los agricultores.

Estas prácticas han sido interpretadas como “redes informales de alimentos” (Calori & Magarini, 2015), y que quizás encajan más como prácticas y redes de resistencia, dentro de las que han sido catalogadas por Halfacree (2007) como “ruralismo radical” o prácticas vinculadas a formas de producción y consumo de un nuevo régimen rural “post productivo”. Si bien existen desde antes de la pandemia, estas estructuras se fortalecieron durante este periodo e incluso generaron nuevos canales alternativos de distribución (Tarra et al., 2021).

 

Gran plataforma de ocio

Milán ha tomado decisiones de planificación en busca de aumentar la relación entre la ciudad y el campo, en el cual considera a las zonas de producción agrícola como un patrimonio cultural y paisajístico con la capacidad de una producción de alimentos para el consumo local, y a su vez un gran espacio natural de ocio, recreación y aprendizaje para sus habitantes (Comune di Milano, 2018). Esta relación se ha consolidado en tiempos más recientes a través de la organización de la Expo 2015[4] o la coordinación del Pacto Alimenticio de Milán.[5]

A través de las distintas plataformas de comunicación y promoción de la ciudad el parque es un elemento fundamental en el cual se construye el deseo de transformarse en una “metrópolis rural” (Comune di Milano, 2018), y desde esta percepción “idealizada” del espacio rural (Halfacree, 1994) se planifican itinerarios y actividades que refuerzan la faceta de ocio del parque. Son itinerarios a pie o en bicicleta, que principalmente se inician y terminan en la ciudad conectando, por ejemplo, las granjas que ofrecen actividades y venta directa al público y aquellas con inmuebles patrimoniales. La adhesión de parte de las granjas se refuerza a través del uso autorizado de un sello de calidad del parque que los productores pueden exhibir en sus productos.

La pandemia ha reforzado este vínculo y estas prácticas en gran parte a través de reseñas de medios de comunicación y a través de la proliferación de itinerarios y eventos, algunos de ellos inclusive creados por una de las instituciones de beneficencia que es una de las principales terratenientes dentro del parque.

 

Estandarización de las prácticas postproductivas

Las granjas multifuncionales son el símbolo de una agricultura y un territorio en crisis y transición. El tamaño promedio de las granjas dentro del parque es de 45 hectáreas y la mayoría cultiva arroz, maíz u otros forrajes para alimentación del ganado. Las propiedades que tienen un patrimonio edificable histórico en muchos casos se encuentran en abandono parcial debido a los altos costos de mantenimiento y posiblemente a las restricciones del parque. El hecho de que la mayoría de los agricultores no sean propietarios de tierras, y que arrienden a grandes instituciones o entidades públicas, también limita su capacidad de reinversión. La tenencia de la tierra emerge como un tema relevante dentro del parque que incluso ha generado episodios de resistencia al desalojo por parte de los agricultores y la comunidad circundante (Comitato Parco del Ticinello, 2015).

En las entrevistas los agricultores han narrado la diversificación de actividades como una oportunidad, mientras que otros como un dovere u obligación, dado que la agricultura “no es capaz de valerse por sí misma”. Este proceso requiere aprender nuevas habilidades, como la transformación de alimentos o el desarrollo de estrategias de comunicación. En algunos casos, las granjas incluso han optado por adquirir animales exóticos para atraer a familias con niños. Chiara, una agricultora, describe que la diversificación comenzó antes de la Expo 2015, pero que la pandemia produjo un cambio más radical en la forma en que los habitantes urbanos milaneses “descubrieron la proximidad del campo”. Concluye diciendo que las granjas que no optaron por diversificar sus actividades han cerrado gradualmente su producción y ahora arriendan sus tierras a otros productores.

 

Idealización y simplificación del rural

La percepción definida por Pahl (1966) como como “village–in–the–mind” y Halfacree (1994) como “rural idyll” resalta la forma idílica y simplista de entender lo rural por el habitante urbano. La palabra borgo se utiliza para describir pequeños asentamientos rurales, asociados con la producción agrícola, la arquitectura tradicional y el patrimonio cultural. Hoy es utilizada por nuevos proyectos inmobiliarios privados con la intención de evocar una dimensión comunitaria, acogedora y rural, que es visible en sus estrategias de comunicación con palabras como cohousing, lifestyle, e incluso “mágico y oculto”. Pero la realidad es que estos proyectos especulativos tienden a ser segregativos y elitistas, y buscan implantarse de forma aislada dentro del parque, explotando su imagen rural.

Cascina es la palabra utilizada para referirse a la casa o estructura destinada para apoyar las actividades agrícolas. Cada vez es más evidente que esta ya no requiere una actividad agrícola para existir, mientras que la actividad agrícola todavía requiere de la cascina, no solo para apoyar la producción, sino por su simbolismo y como activo para la multifuncionalidad.

Aunque la cascina cumple una amplia variedad de funciones, existe una forma emergente que ha aparecido silenciosamente durante las visitas y se refiere a espacios utilizados como albergue de transición para ancianos, migrantes, tóxico–dependientes o personas socialmente vulnerables que requieren asistencia y donde el parque se convierte en el ambiente apto para los fines de cada institución, en forma de protección e incluso marginalización o contención. A raíz de la invasión rusa de Ucrania se han activado nuevas estructuras para acoger a las familias, en algunos casos exclusivamente mujeres y niños.

Si bien estos procesos son presentados de forma temática, son relaciones entrelazadas que reafirman modelos estandarizados y escalables que conforman conjuntamente una gran infraestructura ecológica, productiva y de ocio enfocada en satisfacer una perspectiva y los intereses urbanos, y donde lo rural se reduce a un espacio de producción y de extracción de servicios.

 

Conclusiones

Tanto en el caso en el pullés como en el lombardo se afirma una ruralidad de plataforma estandarizada, con diferentes materiales y objetivos, capaz de extenderse, hecha de espacios y materiales estándar, replicables. Casi una producción “fuera del suelo”. Lo que caracteriza a este modelo es su escalabilidad. Pero, si recordamos el ejemplo de la plantación, este principio de producción tiene su propio costo: una lógica escalable requiere que quienes trabajan se vuelvan amnésicos, anónimos, que su presencia no produzca fricción.

Insistimos en considerar lo rural como el principal lugar subordinado de Occidente, como un espacio en el que los principales procesos de transformación espacial, económica y ecológica se dan de la forma más violenta. Por lo tanto, es necesario tener una imaginación abierta, no osificada, respecto de lo rural. Las palabras clave de diseño son entonces términos como divergencia, opacidad, fragmento, fuera, destrucción, fracaso. Cada uno de estos términos se entienden en términos de diseño, como elementos de un nuevo proyecto rural centrado en la cuestión de la relación.

Se alude a un pensamiento de diseño antagónico a cualquier solución patrimonializadora, identitaria, estetizante o biotecnológica, vinculada a enfoques ya caducados. Pensando en lo rural, necesitamos otras historias, porque, retomando una intuición de Bruno Latour, siempre tenemos a nuestra disposición herramientas críticas para comprender la realidad que se remonta a una guerra anterior, nunca alineada con la guerra actual.

 

Referencias

Arrighi, A. (1996). Il lungo XX secolo, Denaro, potere e le origini del nostro tempo. Il Saggiatore.

Barns, S. (2020). Platform Urbanism, Negotiating Platform Ecosystems in Connected Cities. Palgrave Macmillan.

Bonacich, E., Wilson, J. B. (2008). Getting the Goods: Ports, Labor, and the Logistics Revolution. Cornell University Press.

Cuppini, N., & Peano I. (2019). Un mondo logistico. Ledizioni.

Comune di Milano (2018). The Food System in Milan: Five Priorities for a sustainable development. Comune di Milano.

CORES – Osservaorio. (2012). Ricerca: Dentro il capitale delle relazioni. Università di Bergamo.

Cowen, D. (2014). The Deadly Life of Logistics: Mapping Violence in Global Trade. University of Minnesota Press.

De Martino, E. (1961). La terra del rimorso. Contributo a una storia religiosa del Sud. Il Saggiatore.

Di Campli, a., & Gabbianelli, A. (2022). Delinking: Lo spazio della coesistenza. Lettera Ventidue Edizioni.

Evans, D. S., & Schmalensee, R. (2016, 9 de junio) The New Economics of Multi–Sided Platforms: A Guide to the Vocabulary. SSRN Electronic Journal. https://ssrn.com/abstract=2793021

Glissant, E. (1981). Le discours antillais. Seuil.

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[1].   Más conocido por sus conceptos de antillanité (1981) y de créolisation (1990), ambos centrados en la hibridación cultural del Caribe, Glissant ha tenido un gran impacto en las discusiones teóricas sobre la globalización. En su libro Poétique de la Relation, Glissant desarrolla una visión de un mundo transcultural determinado por movimientos transversales y realidades heterogéneas que en conjunto conforman un “caos–mundo” (chaos–monde) de relaciones imprevistas y asistemáticas. En particular, lo que él llama “derecho a la opacidad” (le droit à l’opacité) constituye una parte importante de su “Poética de la relación”. Para Glissant, el derecho a la opacidad es una reivindicación ética y política. Por lo tanto, se entiende como una forma de resistencia contra la dominación. Glissant cuestiona la episteme racional de la Ilustración y su suposición de verdades universales, poniendo en duda el significado etimológico de “comprensión” como acto de apropiación. La opacidad, en cambio, ofrece una visión del mundo desjerarquizada, así como un discurso complementario a los enfoques universales o sistémicos de la globalización.

[2]Escalabilidad es un término técnico que establece una lógica de operación que se puede mantener a cualquier escala y en cualquier contexto.

[3].    Por ejemplo, el distrito DAM —Distretto Agricolo Milanese— es uno de ellos y consiste en un acuerdo entre 31 granjas y colectivamente 2,000 hectáreas de producción agrícola (Quaglia & Geissler, 2017).

[4].    Del de mayo al 31 de octubre de 2015, Milán fue sede de la Exposición Internacional – Expo 2015 cuyo tema central fue “Alimentar el planeta, energía para la vida”.

[5].    Protocolo lanzado durante la Expo 2015, liderado por Milán, cuenta con la adhesión de más de 200 ciudades y busca abordar a escala de las ciudades cuestiones relacionadas con la alimentación.