De la ortodoxia económica a las emergencias económicas alternativas

Configurando un mapa de las nuevas economías y sus mercados

“Llegamos así a una conclusión en apariencia paradójica, pero para nada inesperada. La estrategia neoliberal de acumulación de capital, llamada globalización, es incompatible con el carácter global del mundo de hoy. Su triunfo definitivo implicaría el suicidio colectivo de la humanidad.”

Franz Hinkelammert y Henry Mora

 

El sistema capitalista no es monolítico, como nos lo quieren hacer creer los estudios clásicos de la economía. Existen, de hecho, diversos capitalismos[1] en la composición del sistema-mundo capitalista -ya Immanuel Wallerstein (2005) ha hecho un amplio análisis de esta perspectiva teórica fusionando diversas corrientes como el marxismo, la teoría de la Dependencia, los estudios históricos de larga duración y la complejidad de lo social. Dependiendo de la mirada y los lentes que utilicemos, podemos distinguir desde el capitalismo industrial hasta el capitalismo financiero, pasando por una amplia gama de manifestaciones. Tampoco los mercados capitalistas se comportan de manera homogénea, uniforme y lineal. 

No es posible profundizar en este texto en un análisis del sistema-mundo capitalista, sino tan solo situar nuestro interés de generación de conocimiento en las “Alternativas Solidarias Al Mercado” que van emergiendo[2] -lo que emerge a partir de las interacciones o de los componentes del sistema y de su relación con el entorno (Luengo, 2011)- en este paisaje socioeconómico. Sin embargo, frente a la incertidumbre y perplejidad generadas por ese “abigarrado y enredado universo” de nuevas economías -tanto desde la perspectiva teórica como empírica- fuimos exigidos a distinguirlas: de la disyunción inherente a lógicas interpretativas simples, a la necesidad de relacionarlas lógicamente mediante la conjunción para lograr una comprehensión mayor en un esfuerzo analítico aclarador3 , empezando por nosotros mismos. 

Para ello, hemos dispuesto un análisis aproximativo mediante la relación metafórica macro y micro[3].

Se trata de una relación dialógica[4] donde los polos no sólo no se anulan, sino que establecen una conexión recíproca y complementaria entre elementos antagónicos, es decir, entre ambos polos contradictorios. Dicho en otras palabras, lo macro y lo micro se requieren mutuamente en su existencia, sin la cual ninguno podría existir por cuenta propia. Autonomía e interrelación son sus grandes características.

En este sentido, algunos ejemplos que pueden ilustrar lo anterior podrían ser las relaciones de codeterminación entre la sociedad y el individuo, entre el bosque y el árbol, y a nivel científico, entre la macro física y la microfísica cuántica, o metodológicamente, entre el estudio de grandes tendencias sociales y el estudio de caso. Las codeterminaciones entre lo macro y lo micro son múltiples y diversas, ya sea en la realidad empírica o en el amplio campo de las ciencias y sus teorías dominantes.

De ahí que nuestro presente documento se propone recoger ambas perspectivas del análisis desde las emergencias recientes de tipo socioeconómico: lo macro, visto como las grandes tendencias o corrientes emergentes prácticas y teóricas que inciden en la esfera sistémica y lo micro, entendido como una propuesta analítica de caracterización de aquellas experiencias emergentes que nos permiten conocer el fenómeno mediante la realización exploratoria como estudios de caso.

En términos prácticos, distinguimos tres grandes subsistemas interactuando en el sistema socioeconómico global abierto (ver Figura 1.1): 

  • el Centro del sistema, donde impera el capitalismo neoliberal como práctica y la ortodoxia económica como pensamiento, y donde orbitan las nuevas economías dominantes o hegemónicas;
  • la Semiperiferia del sistema, un campo de fuerza emergente pero complementario al campo dominante, surgen las nuevas economías que buscan la transformación humanizadora del capitalismo y donde la necesidad de construir un pensamiento socioeconómico heterodoxo se impone;
  • Finalmente, como un campo de fuerza alternativo, en la Periferia del sistema surgen las alternativas socioeconómicas como emergencias disruptivas, transicionales o antisistémicas. 

Desde el pensamiento filosófico, el español Eugenio Trías (2006) nos propone un planteamiento similar y complementario a la sociología de Wallerstein. Normal o convencionalmente, sostiene Trías, creemos que el poder total se encuentra en el corazón del sistema, en su Centro, y por esa razón desestimamos los límites del mismo, sus márgenes, su periferia. Sin embargo, sostiene el filósofo, el Límite se recrea como poder (potencia y creación-recreación), pero no desde un poder del centro, sino para tener un desplazamiento hacia la periferia, hasta convertirse ésta en el centro de la apuesta filosófica. 

Así, la filosofía del Límite lo concibe como margen y periferia del mundo, puerta de acceso y salida del laberinto del mundo, cuyo obstáculo es siempre la estructura de dominación reproducida permanentemente como conjunción de servidumbre y dominio. Poder del centro que se reproduce como estructura de dominación, perpetuo obstáculo y reto a la verdad y libertad a que tiene derecho todo habitante de la frontera del mundo donde funda su comunidad más allá de relativismos y localismos. Y, desde este locus fundamental, filosófico y epistemológico, es decir, desde la periferia y las fronteras del sistema, el limes radical es desde donde se fundan los cambios. De manera paradójica, y dialógica también, el Limes se convierte en el centro de la trasformación del sistema y en la apuesta antisistémica como frontera abierta a otros mundos y posibilidades. 

En este sentido, el sistema capitalista actúa como un sistema abierto: inscrito en una dinámica general de continua transformación que permite su sobrevivencia, ello a pesar de la existencia de actores, dinámicas y procesos que pretenden hacerlo un sistema cerrado, como el pensamiento único o el regreso a la ortodoxia más banal. Incluso dentro de la ortodoxia dominante se generan emergencias, y no se diga desde las emergencias heterogéneas y las alternativas al sistema. Pero, además, se trata de un sistema complejo:


“La complejidad comienza desde que hay sistema, es decir, interrelaciones entre elementos diversos en una unidad que se vuelve unidad compleja (una y múltiple). La complejidad sistémica se manifiesta particularmente en el hecho de que el todo posee cualidades y propiedades que no se podrían encontrar a nivel de las partes tomadas aisladamente e, inversamente, en el hecho de que las partes poseen cualidades y propiedades que desaparecen bajo el efecto de los constreñimientos organizacionales del sistema” 

(Luengo, 2012, pp. 92-93).

Ahora bien, los subsistemas que sugerimos interactúan dentro sistema a través de procesos donde se impactan-influyen mutuamente (fuerzas): 

  • Atracción- repulsión
  • Expansión-contracción
  • Explosión-implosión
  • Conservación-transformación
  • Concentración-dispersión
  • Homogeneización-diversificación
  • Inclusión-exclusión

La forma como se expresan estas fuerzas podemos traducirlas en los siguientes procesos: mercantilización / desmercantilización, estatización / desestatización, socialización / des-socialización, significación / des-significación, sustentabilización / des-sustentabilización, localización / globalización, entre otros. Entendida como un entramado de procesos recursivos (el efecto genera una nueva causa), la economía genera un proceso de mayor mercantilización cuando al mismo tiempo se encuentra absorbiendo dinámicas de des-socialización o de desestatatización (ver Figura 1.2) 

Por supuesto, la recursividad se da también en dinámicas inversas (en la Figura 1.2 se muestra la recursividad de estos procesos). Edgar Morin, desde el pensamiento complejo y su advertencia sobre la necesidad de un cambio civilizatorio, nos advierte también sobre la existencia de otros procesos actuales no dicotómicos, sino dialógicos que deben llevarnos a una nueva Vía para la humanidad: globalización / desglobalización, crecimiento / decrecimiento, conservación / transformación, desarrollo / involución. De manera que la aplicación de los principios de la complejidad nos resulta necesario no sólo como una forma de análisis de los problemas sociales sino también para la construcción de sus urgentes alternativas (Morin, 2004).

Ahora bien, cada subsistema contiene nuevas economías -o por lo menos economías transformadas y actualizadas-, que se encuentran integradas en “campos de fuerza”. Hawking y Mlodinow (2010, pp. 104-105), en su famoso libro “El gran diseño”, nos explican en qué consisten:


“En la actualidad creemos que todas las
fuerzas son transmitidas por campos, de manera que es un concepto importante en la física moderna” (…) Por ejemplo, el campo electromagnético y su relación íntima y misteriosa entre la electricidad, el magnetismo y la luz”
(el resaltado es nuestro).

Hoy, reconocen los autores, las fuerzas conocidas de la naturaleza pueden ser divididas en cuatro clases (2010, pp. 119-120):

  • Gravedad, una fuerza de largo alcance y actúa de forma atractiva sobre todos los objetos del universo; 
  • Electromagnetismo, que es una fuerza de largo alcance y
    mucho más intensa que la gravedad, pero sólo actúa sobre partículas con carga eléctrica y es repulsiva entre cargas del mismo signo y atractiva entre cargas de signo opuesto; 
  • Fuerza nuclear débil, la cual produce la radioactividad, y 
  • Fuerza nuclear fuerte, que mantiene unidos los protones y neutrones y su integridad.

Como bien afirma Illya Prigogine (2017), el mejor ejemplo de un campo gravitatorio intenso son los hoyos negros, los cuales atraen irremisiblemente la materia.

De forma análoga, podemos suponer que las nuevas economías orbitan en torno a cada subsistema referido (Centro, Semiperiferia y Periferia del sistema):  se trata de pequeñas constelaciones económicas. Los campos de fuerza son múltiples y siempre entrelazados con interacciones diversas, pero en esta propuesta nos interesa concentrarnos en cuatro fundamentales: 

  • de los valores/antivalores (como marco axiológico), 
  • de la sustentabilidad/insustentabilidad ambiental, 
  • de la inclusión-exclusión social y 
  • de la innovación/conservación tecnológica.

Estos cuatro campos actúan con fuerzas atractivas o repulsivas, integradoras o desintegradoras, concentradoras o desconcentradoras, etc., por medio de las diversas formas y procesos, como las referidas líneas atrás. Son muchas las dinámicas que ejemplifican lo anterior, pero algunos ejemplos puedan ayudar a comprender estos procesos son las fuerzas de atracción-repulsión. Un primer caso, y muy actual, es la manera como las economías colaborativas privadas -insertas en la economía digital- se han aprovechado de las experiencias colaborativas solidarias de la gente común, desde el hospedaje colaborativo -reconvertido en megaempresas privadas tipo Airbnb- hasta el transporte colaborativo -Uber, Cabify y otras empresas son algunos ejemplos de esta atracción- o el trabajo colaborativo -Wikipedia es un buen ejemplo positivo de ello-. Acontece también que las alternativas emergentes pueden aprovechar, o lo están haciendo ya, las innovaciones tecnológicas provenientes del sector público o privado: casos como el mismo Wikipedia, el software libre o las aplicaciones telefónicas, así como múltiples herramientas y dispositivos tecnológicos. Otro ejemplo de atracción negativa es el de las monedas virtuales o digitales. Surgidas desde una opción anarquista frente al dinero oficial y las instituciones financieras y públicas, se han desviado hacia la especulación rabiosa, el lavado de dinero o la realización de transacciones criminales, en una perspectiva distópica o anarcocapitalista. Otro ejemplo de atracción y repulsión lo representa la bioeconomía. Concebida originalmente como una economía para la vida y, por tanto, alternativa y emergente, el concepto y sus prácticas fueron “secuestrados” -en un proceso de atracción privatizadora- por los diversos actores económicos privados como empresas productoras de semillas genéticamente modificadas hasta industrias farmacéuticas y de medicamentos, entre otros. Bancos de semillas y germoplasma con sus códigos genéticos, apropiación privada de plantas medicinales y del conocimiento ancestral sobre sus usos, son algunos ejemplos de ello. Por su parte, la bioeconomía auténtica toma distancia de estas empresas, las cuestiona, confronta y resiste, en un esfuerzo de repulsión de sus prácticas depredadoras.

Las posibilidades de que la periferia y sus emergencias económicas puedan convertirse en una simbiosis bio-psico-socio-ambiental -como nos propone Félix Wattari (1996) -y por tanto más allá de la posibilidad de convertirse en un nuevo centro del sistema actual, supone la conformación de un nuevo sistema. Para ello se requiere la articulación de las alternativas, una suerte de “sistemización” de ellas a la manera de Edgar Morin, donde el archipiélago de alternativas socioeconómicas se convierta en un continente nuevo o, dicho de otra forma metafórica, donde las alternativas que orbitan en la periferia del viejo sistema capitalista fugan hacia la constitución de un nuevo sistema planetario.

Por otra parte, hemos visto que la relación entre lo micro y macrosocial resulta de gran importancia en el análisis, explicación y comprensión de la sociedad. Bien podemos estudiar un fenómeno micro -por ejemplo, una cooperativa indígena o un tianguis solidario- pero su integración al conjunto de las economías solidarias puede resultarnos lejano. Como señalan Hawking y Mlodinow (2010, p. 78), establecer puentes entre lo micro (en su caso la microfísica o física cuántica) y lo macro (las leyes newtonianas) sigue siendo el gran reto de la física:


“(…) en la ciencia hay muchos ejemplos en que un conjunto grande parece comportarse característicamente de una manera muy diferente al de sus compañeros individuales (…) lo que sabemos es que los componentes de todos los objetos pertenecen las leyes de la física cuántica, y que las leyes newtonianas conforman una buena aproximación para describir el comportamiento de los objetos macroscópicos constituidos por dichos componentes cuánticos (…) la física cuántica es un nuevo modelo de la realidad”.

Desde la teoría del caos y sus leyes, en suma, desde la complejidad, Ilya Prigogine (2017, pág. 111), da un paso adelante: existen objetos que obedecen a las leyes clásicas deterministas o reversibles, como el movimiento planetario de dos cuerpos, pero son la excepción; la mayoría de los objetos a los que se aplica el segundo principio de la ley de la termodinámica constituyen la inmensa mayoría.  De manera que el universo forma un todo y la flecha del tiempo presente en la actualidad tiene un origen cosmológico. Irreversibilidad y complejidad tienen estrechos vínculos. Ya sean la química, la vida o el cerebro, es decir, a mayor complejidad, la flecha del tiempo y su papel constructivo se hace más evidente.

Esta relación compleja también resulta clave para Pablo González Casanova (2004) desde la perspectiva sociológica: es necesario contextualizar no solo los casos micro, sean locales o regionales, sino establecer las relaciones que permean su existencia haciendo referencia a sus contextos macro nacionales y globales.

Y este es el reto para nosotros. Como bien sostiene Fritjof Capra (1998) en su libro “La trama de la vida”, a lo que estamos llamados es a una comprensión del mundo, en este caso del mundo social, mediante un nuevo paradigma: la ecología profunda. De ahí que “la percepción desde la ecología profunda reconoce la interdependencia fundamental entre todos los fenómenos y el hecho de que, como individuos y como sociedades, estamos todos inmersos en (y finalmente dependientes de) los procesos cíclicos de la naturaleza”. Individuo y sociedad, micro y macro, partes y todo, no sólo están conectados, sino que son interdependientes al formar parte del gran entramado de la vida y de la naturaleza:

 “Cuanto más estudiamos los principales problemas de nuestro tiempo, más nos percatamos de que no pueden ser entendidos aisladamente. Se trata de problemas sistémicos, lo que significa que están interconectados y son interdependientes. Por ejemplo, sólo se podrá estabilizar la población del globo cuando la pobreza se reduzca planetariamente” (Capra, 2010, p. 26).

Kapra conjuga -sumergido en ese proceso de conjunción para comprender la vida y los problemas que la atañen- diversas ciencias y epistemologías: desde la filosofía oriental hasta la Ecología profunda, pasando por el pensamiento sistémico, la complejidad y las matemáticas, la naturaleza de la vida y la sociología. De manera que arma, entrelaza, entrama, teje, una propuesta de comprensión de la vida y sus sistemas: “La trama de la vida”.

Para ello hace acopio de diversos instrumentos conceptuales recogidos de manera paciente y atenta de diversos interlocutores como la teoría de los sistemas dinámicos, la teoría de la complejidad, la dinámica no-lineal o la dinámica de redes, etc. Los atractores caóticos, los fractales, las estructuras disipativas, la autoorganización y las redes autopoiésicas son algunos de sus conceptos clave. Y entre ellos destaca la emergencia, donde surge lo nuevo, como hemos visto atrás.

Volviendo a nuestro fenómeno de estudio, en la Tabla 1.2 hemos realizado una recuperación de las diversas nuevas economías referidas a sus respectivos subsistemas orbitales y los campos de fuerza. Desde el pensamiento complejo, la recursividad como principio juega aquí un papel fundamental cuando las emergencias actúan como productoras del producto en un circuito generador/regenerador, es decir, donde los productos y los efectos son, ellos mismos, productores y causales de lo que producen (Luengo, 2012, p. 99). De ahí sus posibilidades transformativas.

Se trata de un esfuerzo clarificador de tipo macro de esta multiplicidad de propuestas, de manera que podamos ubicarlas en torno a una especie de mapa integrador. 

Por otra parte, en la Tabla 1.3 se recogen algunos de los factores y variables que pensamos están incidiendo en las emergencias económicas de los diversos subsistemas: de la centralidad del mercado en la ortodoxia capitalista a la centralidad de la vida en la “alter bioeconomía sistémica”, pasando por la recuperación de la dinámica estadocéntrica en la heterodoxia capitalista y la centralidad sociocéntrica en las alternativas socioeconómicas. Nuevamente insistimos que las fronteras entre los distintos subsistemas son porosas y que se trata de tendencias predominantes, lo cual supone que pueden coexistir expresiones comunes de los factores-variables en cada subsistema.  Cabe destacar las distintas centralidades en cada uno. Este análisis tiene una mayor descripción en los capítulos siguientes.

 

[1] Jaime Preciado Coronado (2011), especialista mexicano en estudios de geopolítica crítica, distinguía las siguientes grandes tendencias: los Modelos Neoliberales Ortodoxos (Liberal Ortodoxo, Industrial Renano y el modelo de Regulación Gerencial), los Modelos Para-neoliberales (las Economías en Transición y el modelo de Semi-periferia Reestructurada) y los Modelos No Neoliberales (las Economías en Disputa y el modelo de Socialismo con Mercado).

[2] “La emergencia constituye uno de los elementos renovadores de las formas de organización de la materia, la vida, la cultura. El concepto de emergencia combina dos ideas: la de novedad cualitativa y la de su aparición en el transcurso de un proceso. Lo que emerge, su surgimiento, tiene lugar en un objeto (complejo); por ello se dice que todo emerge a partir de las interacciones o de los componentes del sistema y de su relación con el entorno” (Luengo, 2012, p. 92).

[3] “La metáfora, por tanto, más que la unión de dos dominios dados, es una invitación a observar una cosa en términos de otra. La metáfora propicia una focalización de la atención sobre determinadas propiedades del objeto metaforizado; destaca aspectos del mismo que podrían no haberse considerado antes; le da una forma nueva; lo hace aparecer con un talante distinto al que regularmente posee; lo convierte, en suma, en un objeto parcial o totalmente diferente” (Gutiérrez, 2019, p. 13).

[4] La dialógica “Es la unidad compleja entre distintas lógicas, entidades o instancias complementarias, concurrentes y antagónicas, que se alimentan entre sí, se complementan, pero también se oponen y combaten en un constante devenir, generador de procesos de transformación (…) En la dialógica, los antagonismos permanecen y son constitutivos de entidades o fenómenos complejos” (Luengo, 2012, p. 92).